28 de enero de 2013

Si una noche de invierno un viajero, de Italo Calvino


Lo descubrí en TVTropes, y lo único que decía de él en el trope que estaba revisando era: tú eres el protagonista de Si una noche de invierno un viajero, de Italo Calvino. Releí la línea, intrigada por lo que querrían decir exactamente aquellas ambiguas palabras, y hoy, después de una lectura más fragmentada de lo que tenía pensado, he terminado su lectura.

Esta cortísima novela estaba en mi lista de lecturas siguientes, pero en absoluto la había programado tras finalizar Papaíto Piernas Largas. Fue más que nada su brevedad lo que me hizo adelantarla varios puestos y darle prioridad, pensando que si era lo que estaba esperando, alguna especie de novela interactiva pero no exactamente, lo terminaría muy pronto.

Al final, me ha tomado mucho más tiempo del que tenía planeado. Siento como si hubiese leído unas diez novelas diferentes, una tras otra, cuando en realidad sólo ha sido una pequeña novela increíblemente curiosa y poco conocida, que es más de lo que aparenta.

Sinopsis
«La empresa de tratar de escribir novelas apócrifas, que me imagino escritas por un autor que no soy yo y que no existe, la llevé a sus últimas consecuencias en este libro. Es una novela sobre el placer de leer novelas; el protagonista es el lector, que empieza diez veces a leer un libro que por vicisitudes ajenas a su voluntad no consigue acabar. Tuve que escribir, pues, el inicio de diez novelas de autores imaginarios, todos en cierto modo distintos de mí y distintos entre sí: una novela toda sospechas y sensaciones confusas; una toda sensaciones corpóreas y sanguíneas; una introspectiva y simbólica; una revolucionaria existencial; una cínico-brutal; una de manías obsesivas; una lógica y geométrica; una erótico-perversa; una telúrico-primordial; una apocalíptica alegórica. Más que identificarme con el autor de cada una de las diez novelas, traté de identificarme con el lector…»

Opinión Personal

Las sensaciones que me dejó la primera novela de Calvino que leo es bastante extraña. Por un lado, fue un auténtico dolor de cabeza, aunque no por esto digo que no lo haya disfrutado; es de ese tipo de libros densos, o que por lo menos a mí me lo pareció, pero que a simple vista aparenta ser simplemente una novela entretenida para pasar una tarde.

La historia comienza cuando el Lector, que acaba de comprar la nueva novela de Italo Calvino, Si una noche de invierno un viajero, llega a la comodidad de su hogar a disfrutar de la lectura y tras sumergirse en la apasionante historia, descubre una falla en su volumen y va a cambiarlo por uno bueno a la librería al día siguiente. Allí no sólo se lleva una sorpresa cuando el vendedor le explica que el libro que leía tiene otro título y pertenece a otro autor, sino que descubre a una Lectora que ha tenido el mismo incidente y a quien se acerca, tratando de tender un puente entre ambos. La narración es en segunda persona, lo que no es muy común, pero hasta aquí todo bien.

El Lector, que en un principio sólo desea leer la novedad, termina en una loca carrera por terminar alguno de los libros con los que se topa, que tienen la mala suerte de permanecer incompletos o desaparecer sin previo aviso. En medio de esta carrera, por demás hilarante, descubrirá no sólo una conspiración y una red de mentiras, sino también el amor verdadero.

La fotografía del señor Calvino, con su sonrisa amable y su postura despreocupada, me acusa desde la página en la que busco mis libros. Su novela me ha gustado, no puedo negarlo, pero me ha dejado una sensación extraña, como si hubiesen pasado meses y hubiese terminado diez novelas diferentes de diez diferentes autores; a veces tenía la sensación de leer a Albert Camus, a Jorge Luis Borges, a Juan Rulfo, entre otros que no recuerdo o no reconocí. Creo que es esto lo que me perdió un poco, porque igual que el Lector cada vez me confundía más: llegaba a un punto en que había alcanzado la comodidad y quería saber qué sucedía, seguía avanzando y me encontraba con algo totalmente diferente, y el desconcierto del Lector era también mío.

Y entonces, a partir de la segunda mitad, empecé a encontrarle el ritmo, a leer más rápido y encontrar el truco tras los cambios sucesivos. Me encontré con varias alusiones al acto sexual y escenas de sexo como tal, pero no eran explícitas ni abordadas como tema central. Si llegué a sentirme incómoda en un momento es simplemente porque aún soy joven y leer sobre sexo es aún un continente oscuro, pero pude relajarme pronto y ver el sentido cómico que el autor trataba de expresar. Porque tiene, sin duda alguna, la escena de sexo descrita de la manera más curiosa que pensé en encontrar jamás, y logró sacarme unas cuantas carcajadas porque en mi vida creí que alguien en el mundo pudiese verlo de esa manera.

Me cuelgo de las propias palabras del autor y digo que es, sobre todo, un libro sobre el placer de los libros y de la lectura. Resultó ser más mucho más profundo y filosófico de lo que yo había pensado, y da pie a muchas instancias de reflexión. Puede que me haya mareado en diversas ocasiones, pero es definitivamente una gran novela, muy original y extraña, que me ha motivado mucho a retomar la escritura, y en algún momento no muy lejano volveré a leer algo del autor.


Sobre el autor
Escritor italiano. Nacido en Cuba, de padres italianos, Calvino se trasladó a Italia en su juventud. Después de la II Guerra Mundial, durante la que luchó contra los nazis en un grupo de partisanos, se licenció en Literatura y realizó trabajos editoriales. Su primera novela, El sendero de los nidos de araña (1947) era realista. Luego utilizó técnicas alegóricas en novelas como El caballero inexistente o El vizconde demediado (1952-1959). En obras posteriores, como Las cosmicómicas (1965), Tiempo cero ( 1966), Si una noche de invierno un viajero (1979) y Mr Palomar (1983), queda patente la original mezcla de Calvino de fantasía, curiosidad científica y especulación metafísica.

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