26 de septiembre de 2012

El Hombre en el Castillo, de Philip K. Dick

Conozco a Philip K. Dick desde pequeña, gracias a mi padre. Podría decirse que crecí con él, pero no llegué a comprenderlo hasta que alcancé el nivel justo de madurez, que sólo el tiempo pudo darme.

Recibí este libro como regalo de Navidad el año pasado. No lo tomé en cuenta durante todo este tiempo simplemente porque tenía otros pendientes que terminar antes de comenzar con él, así que me limité a escribir su título junto a otros tres en un Post-it y pegarlo en la puerta de mi clóset. Decidí que sería el último, puesto que conozco cuán denso es Philip K. Dick. 






Sinopsis
El Eje ha derrotado a los Aliados en la Segunda Guerra Mundial. Estados Unidos ha sido invadido y divido entre los vencedores, donde los nativos son ciudadanos de segunda clase pese a que su cultura es admirada, hasta el punto de que la venta de antigüedades americanas como relojes de Mickey Mouse o chapas de Coca-Cola se ha convertido en uno de los mejores negocios.



Mapa político del mundo dentro de la novela.


Opinión Personal
Adolf Hitler, quien se encuentra incapacitado por sífilis cerebral al final de la guerra, es sucedido por Martin Bormann, quien crea un imperio colonial para incrementar el Lebensraum nazi (hábitat, o espacio vital). En el principio de la novela, Bormann muere, dando inicio a una serie de intrigas internas para asumir el poder como nuevo Reichskanzler.

Carente de un protagonista definido, conocemos la situación mundial actual a través de una serie de personajes diferentes sumamente reales. Seguimos, pues, varias líneas argumentales interconectadas, donde algunos personajes llegan a conocerse directamente, mientras otros sólo interactúan de forma indirecta.

Cuando terminé el libro hace unas horas, mientras seguía siendo martes, me encontré llena de sensaciones que iban desde la angustia y la tristeza, a la admiración y satisfacción. Tal es el efecto que este autor tiene en mí.

Mientras más avanzaba con la lectura, más me convencía de la complejidad de la obra de este, lamentablemente, poco conocido autor. El Hombre en el Castillo es un libro complejo, por muchos motivos. Es una historia alternativa, donde Philip K. Dick nos muestra cómo podría haber sido el mundo con un realismo sorprendente, a la vez que terrorífico.

Todo el complot político, el racismo no sólo hacía los judíos, sino que hacía los japoneses y los blancos, la justicia e injusticia, la vergüenza de tener orgullo nacional por parte de los ciudadanos estadounidenses, la espiritualidad y el cuestionamiento de la realidad, la matanza producto de la constante sed de poder, entre otros, son los temas que componen esta novela, considerada por muchos como una de las mejores obras de Philip K. Dick y la obra de historia alternativa por excelencia. De hecho, la BBC comisionó una adaptación en cuatro partes, a cargo de Howard Brenton y Ridley Scott, el último como productor ejecutivo.

Me sentí agobiada por esta realidad, no sólo por su increíble inestabilidad, sino porque es algo que pudo haber ocurrido realmente, en "nuestra realidad", si bien no de la misma forma. Lo que no deja de ser espantoso, pues es algo tan cercano, tan latente. Consiguió provocarme un dolor de cabeza y una depresión momentánea que me quitó las ganas de todo por un par de días.

Me gustaría destacar además el I-Ching dentro de la novela, el cual es usado como guía por algunos de los personajes y por el mismo Hawthorne Abendsen, el epónimo Hombre en el Castillo, y autor del libro dentro del libro, La lagosta se ha posado. Este libro es, también, una historia alternativa donde los Aliados ganaron la guerra, aunque difiere de nuestra historia. No puedo decir mucho más al respecto, pero sí que el mismísimo Philip K. Dick usó el I-Ching como aparato literario; la novela está escrita en base a las consultas que realizó al  Libro de los Cambios y que decidieron el rumbo del argumento.

Me es imposible quedarme con un sólo personaje: simplemente no puedo. Por el contrario, atesoro en mi memoria el libro completo y su sabiduría que bordea lo místico.

Sobre el autor
Philip K. Dick nació en Chicago en 1928 y residió la mayor parte de su vida en California. Creador precoz, empezó a escribir profesionalmente en 1952 y llegó a publicar un total de treinta y seis novelas y cinco colecciones de relatos a lo largo de su vida. Entre sus obras más influyentes se encuentran El Hombre en el Castillo (1962); ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? (1968), obra en la cual está basada la película Blade Runner, de Ridley Scott; Ubik (1969) y Fluyan mis lágrimas, dijo el policía (1974).




3 comentarios:

Anónimo dijo...

Debo decir que de primeras me asustó un poco lo que escribiste o lo que pusiste (tu entrada, no me acostumbro a esa palabra), mi susto fue por las fotos, por la esvástica que sale en ellas; pero me gustó la temática del libro. Me recordó un poco a unos escritos de un autor ruso que hacía algo similar, sólo que lo hacía allá por los años treinta del siglo pasado, cuando las balas recién empezaban a sonar; y no lo hacía mirando hacía atrás, sino adelante, anticipándose al escenario que pudiese venir.
Me gustaría leerlo, pero de momento no tengo ni para una botella de vino.
Que estés bien :)

Ulises dijo...

Quedó como anécdota de el tiempo en que lo leí el hecho de que no me atrevía a leerlo tranquila en la calle, por la esvástica de la portada. Así que un día se me ocurrió sacarle la sobrecubierta y dejarla en mi casa, y andaba por ahí leyendo un libro que, salvo por el título y el autor, era completamente blanco. Así que me imaginé que podían espantar un poquito las imágenes, pero qué podía hacer.
Andamos igual entonces, porque no tengo ni un duro. Eso sí, el libro está completo en internet. No es la mejor forma, al menos no para mí, pero es pasable.

t.martinez dijo...

He encontrado esta entrada por casualidad pero ya he añadido El hombre del castillo a mis lista de libros para el curso 2013-2014.
Gracias por la recomendación.

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